martes, 12 de marzo de 2013


Los valores y los principios son una mezcla de virtudes y cualidades que van de la mano y con nosotros por el resto de nuestra vida.
Vamos por la vida, tratando de poner en práctica lo que hemos aprendido, sin embargo en muchas de las situacionesse nos hace difícil tomar decisiones.
Por la razón que sea, hay cosas y eventos en la vida que no sólo son difíciles de aceptar, sino también difíciles de salir de ellas (incluso cuando sabemos que están en juego cosas importantes).


Se habla hasta la saciedad de las personas infieles que engañan a su pareja. La persona infiel deja de lado esos mismos principios y juramentos que habían regido su vida, y muchas veces tratan de mantener escondida la infidelidad porque en el fondo no quieren perder a su familia, no la quieren dañar… ¿Pero qué pasa cuando ya no pueden mantenerse en la sombra?
De sobra sabemos que un engaño es doloroso, y aún así muchas veces se perdona. La esposa perdona con la esperanza de que él rectifique. Y otras veces el él quien espera que lo de sus esposa sea sólo una aventura pasajera de un momento de confusión. ¿Pero hasta dónde se puede perdonar? ¿Y qué pasa si la infidelidad se ha cometido con una persona del mismo sexo que la pareja? ¿Cómo se afronta y llega a perdonar algo así?
Éste es el caso de una desesperada mujer que hoy veremos:
Llevo 13 años casada, mi esposo y yo hicimos un castillo encantado de nuestro pequeño hogar con un hermoso hijo que adora al padre y el padre a él.
Un día que quisiera borrar de mi mente, sin buscar, sin querer, encontré cartas de otra persona que vendría a desgraciar mi hogar, tal vez pensarás que “no es para tanto”, que no es el primero ni será el ultimo hombre que es infiel… pero mi mundo se derrumbó cuando me di cuenta de que mi marido me engañaba con un hombre.
Tenía la prueba en mis manos, pero él negaba todo. Acabé escogiendo creerle y perdonarle, y por mucho tiempo me estuve preguntando el porqué.
Soy trabajadora, y podía depender de mí misma pues el trabajo no me va mal… Muchas veces me preguntaba porqué seguía con él pese a todas las dudas que tenía.Llegué a darme cuenta de que quería dejarse ver en público conmigo. Que nos viesen juntos en la calle, que su familia nos vea juntos… y me di cuenta que seguramente era para encubrir su homosexualidad.
Acabé separándome de él, pero pese a todo sigo enamorada. Mi hijo me cuenta cosas de cuando visita a su papá en la casa de su familia, hogar en el que aquel hombre con quien mantiene relaciones homosexuales parece convivir como uno más de la familia. He tenido que pedirle respeto delante de mi hijo, pero él me amenaza con irse definitivamente de mi vida si sigo “creyéndome las habladurías”.
Nunca ha sido claro y conciso conmigo en cuanto a su inclinación sexual y las relaciones que mantiene. Siempre es ambiguo en sus respuestas dejándome pensar “lo que yo quiera”, logrando así hacerme sentirme culpable, tal como lo que su familia me acusa de ser.
Muchas veces parecemos acercarnos un poco el uno al otro, comienzo a creer que va a regresar, y aunque intente no ilusionarme me lo acabo de creer y cedo a él. No tenemos sexo, sus besos son fríos, pero cuando me dice “te quiero” siento derretirme.
Hace ya un año que me encuentro en esta situación. Me siento atrapada en algo que yo misma estoy permitiendo. Y aunque bien es cierto que él nunca ha dejado de enviar dinero y de estar pendiente de mí y de mi hijo, eso no es lo que yo deseo. Quiero amor, y con él no lo tengo. Pese a ello caigo una y otra vez, y aunque le deje las cosas claras todo acaba siempre igual. Ahora por ejemplo, le llamé por teléfono, se le escuchaba con la voz nerviosa, y cuando en el fondo pude escuchar la voz de hombres me colgó el teléfono.
¿Qué estoy haciendo de mi vida y la de mi hijo? Soy una mujer de principios, y me duele haber fracasado en mi matrimonio, fue mi primer novio, el único hombre de mi vida. Mi vida es él y mi hijo, y he pensado en irme a otro lugar, ¿pero a dónde?
¿Qué puedo hacer yo, una mujer de 42 años? Él tiene mi misma edad, pero es muy apuesto, sabe caer bien a la gente, y yo por el contrario soy gordita y siento que ningún hombre se fijará en mí.

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